Sin olvidar una certeza: cada bebé pondrá todo lo posible de su parte para meterse en problemas; lo de descubrir el mundo es su “trabajo”, y lo hará continuamente, con un celo impensable, ayudado de una vista muy aguda, dedos incomparablemente más eficaces que los nuestros y una gran certeza. Durante toda esta formidable etapa, tanto los niños y niñas como los padres “deben” estar preparados para sustos, dudas y preocupaciones.
Afortunadamente, pronto nos damos cuenta de que gran parte de los miedos están sobredimensionados y recuperamos el control sobre nosotros mismos, permitiendo al bebé seguir su camino aprendiendo un poco cada vez más.
A los padres les queda sólo la labor de agilizar la actitud exploradora del niño y de permitirle descubrir el mundo sin que le haga (demasiado) daño. Y que nuestro esfuerzo, por que vivan con seguridad, sirva para que el día de mañana sean personas más seguras que los de los siguientes ejemplos.

