Recapacitemos ¿podemos hacer algo por la seguridad de nuestros "peques"?

Un niño feliz es un niño querido y protegido. Amar y proteger son casi la misma cosa, y criar a un niño también significa comprometerse a defenderlo. Sin ansiedad, sin alarmismos, evaluando con claridad los riesgos y eventuales peligros con los que puede enfrentarse. Las estadísticas hablan claro: los accidentes cuyas víctimas son niños en edad preescolar aumentan constantemente. Por esto es necesario prever y prevenir, o lo que es lo mismo, entender los posibles problemas, para afrontar la vida cotidiana tranquilamente, con conocimiento.

Según la S.I.T. las consultas relativas a accidentes toxicológicos se van incrementando cada año, y como dato curioso siempre a lo largo de los años, se repite que la edad de mayor incidencia en estas consultas es aquella comprendida entre los 18 meses y los 3 años de edad. De hecho mientras la mortalidad infantil en el parto y por enfermedad ha descendido en los últimos 30 años a un rimo excepcional, las cifras demuestran que la mortalidad por accidentes ha evolucionado inversamente; es más, tiende a aumentar. Se diría que nuestra sociedad está cada vez más preparada para combatir las enfermedades, mientras que encuentra mayores dificultades para responder a los peligros de la vida cotidiana que ella misma ha creado.

Cada ciudadano, cada padre consciente puede permitirse pensar que el problema no le compete o, peor, que no puede hacer nada. Sí podemos y vamos a intentarlo, por nuestros pequeños, informándonos y actuando correctamente.